San Martín fue nombrado Gobernador Intendente de Cuyo, llegó a nuestra provincia el 10 de agosto de 1814, desde ese momento se dedicó a preparar el Ejército de Los Andes, utilizando todos los recursos que le podía brindar la provincia de Mendoza, San Juan y San Luis.
El plan
San Martín no deja de insistir que la única forma de terminar con la guerra es atacar al mismo Perú. Su traslado a Mendoza obedece directamente a esa estrategia. La caída de Chile nuevamente en poder de los españoles, obliga a San Martín a una modificación de la idea inicial. Es preciso reconquistar la libertad de Chile. Instalado en Cuyo, se encuentra con una tarea mayor a la calculada inicialmente. El plan, se convierte en el Plan Libertador, que le insume dos años y una tarea meticulosa.
Organización
Una vez trazadas las líneas general del plan de campaña, San Martín se abocó a trabajar en la organización el ejército con el que libertaría a Chile primero y a Perú después. En un principio debió trabajar tomando como base a los únicos grupos de tropas que había en Mendoza: el Cuerpo de Auxiliares de Chile (al mando del coronel Las Heras) y las milicias cívicas de la provincia. Además, ante el peligro de invasión realista desde territorio chileno impuso una especie de servicio militar obligatorio con el propósito de incrementar el número de efectivos; hacia fines de 1814 sólo contaba con 400 hombres y 4 cañones. Hacia febrero de 1815 consiguió apoyo del gobierno de Buenos Aires y le fueron enviados dos escuadrones de Granaderos a Caballo, al mando del capitán Soler y del teniente Lavalle. A estos refuerzos se sumaron voluntarios locales y emigrados chilenos y hacia octubre de ese año contaba ya con 1600 soldados de infantería, 1000 de caballería y 220 artilleros. Las provincias cuyanas colaboraban con telas para confeccionar prendas y víveres para la tropa. Fray Luis Beltrán, por su parte, fue el hábil director de maestranza y parque de artillería; el religioso era experto en matemática, física y metalurgia. También se creó un laboratorio, dirigido por el ingeniero José Antonio Álvarez Condarco, para fabricar pólvora. Otros organismos de importancia fueron creados, entre ellos, el de sanidad, a cargo del doctor Diego Paroissien; la vicaria castrense, a cuyo frente estaba el sacerdote José Lorenzo Güiraldes; la comisaría del ejército y la justicia militar. A principios de 1816, el gobierno le giró dinero y aprobó la incorporación de dos escuadrones de Granaderos a Caballo que se encontraban en el Alto Perú. Cuando el Congreso de Tucumán designó a Juan Martín de Pueyrredón como Director Supremo, el apoyo se incrementó. El flamante Director nombró al ejército, como "Ejército de los Andes" y San Martín fue designado general en jefe. A través de la creación de impuestos de guerra, confiscación de bienes a traidores y españoles enemigos de la causa y el aporte voluntario de los gobiernos y pueblos cuyanos, logró reunir los fondos suficientes para costear, la titánica empresa. A fines de 1816, la instrucción militar, tanto de las tropas como de los cuadros, había alcanzado un grado de perfeccionamiento no igualado, hasta entonces, por ningún otro ejército americano. Esta estructura bélica se completó con un Cuartel General, con el Estado Mayor, con las especialidades (barreteros de minas, arrieros y baquianos) y con los servicios de vicaria castrense, sanidad, remonta, justicia, aprovisionamiento y custodia de bagajes.
Cruce de los Andes: mapa
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En el parte de la batalla de Chacabuco, escrito en Santiago de Chile el 22 de febrero de 1817, San Martín deja constancia que en tan sólo veinticuatro días cruzó la cordillera de los Andes y liberó al país hermano. Fue, sin duda, una de las empresas más difíciles y grandiosas de la historia universal. Cruzar las enormes montañas al frente de un numeroso ejército, con más de mil caballos y muchas mulas más por un sendero de tan sólo treinta a cincuenta centímetros, es una proeza que solo los predestinados a ocupar sitios de honor en la historia pueden llevar adelante. Alcanza con citar que, de los casi 1600 caballos que llevó, sólo llegaron con vida 511. A San Martín las dificultades del camino no lo asustaban pero sí lo preocupaban. Así se lo escribió a su amigo, el general Guido el 14 de junio de 1816: "lo que no me deja dormir es, no la oposición que puedan hacerme los enemigos, sino el atravesar estos inmensos montes". También se enfrentó a la falta de agua, por eso reguló las jornadas de acuerdo a las posibilidades de aprovisionarse del líquido elemento. Y hubo además otras dos grandes dificultades. Una fue la falta de pasto para caballos y mulas; esto fue subsanado llevando forraje a lomo de mula, pero el alimento no alcanzó y se perdieron muchos animales a causa del hambre. La otra dificultad fue la inexistencia de leña para cocinar y protegerse del duro frío nocturno; esto también fue cargado a lomo de mula. En horas de la noche, el frío llegaba hasta los veinte grados bajo cero. A todas estas dificultades hay que agregar otra: los efectos de la altura, llamados "soroche". El fenómeno es terrible, causante de una gran la fatiga y reducción al mínimo de fuerzas. Los especialistas afirman que la adaptación a la gran altura no es rápida sino que puede tardar varios meses, y en algunos organismos, años. San Martín trató de aminorar las consecuencias de la puna, propinando abundante ajo y cebolla a sus soldados, y permitiendo que los afectados viajen en mula.
John Miers, "Viaje al Plata", cit, p. 143. |
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